me encuentro, y me pierdo
por las laderas llanas.
Me pregunto, y siento
que siento lo que digo;
y si digo lo que siento,
como un fuego tibio
o un cálido hielo,
merezco lo que no quiero,
y recibo lo que no pido.
Y es que en esta clara indecisión,
no cuento lo que cuenta,
y me descuento en lo prohibido
que se encuentra en lo invisible:
Estos libros sin letras
que sin poder abrirlos,
leo sin ojos ni vista.
Demasiado severo para perdonarme
con mi debilidad me castigo:
Sin las riendas de mí mismo,
como caballo apolíneo
y con poder desbocado,
en el mar seco me precipito.